Capítulo 15
Tainina había rondado alrededor del edificio todo el día y no había
encontrado la forma de entrar sin ser vista. Ya había oscurecido y desde la
distancia sentado en cuclillas, seguía observando el lugar. Estaba a punto de
darse por vencida cuando vio una fornida sombra salir del edificio y vagar por
las calles más oscuras.
-¡¡¡Barrok, Barrok!!! –llamó la
joven.
El guerrero miró hacia un lado y a otro hasta que divisó a la muchacha que
lo llamaba desde un callejón.
-¿Qué haces aquí, niña?
-¿Qué, qué hago? Vine a rescatarlos.
-Gran trabajo.
-No necesito tu sarcasmo ¿qué sucedió allá adentro?
El general miró hacia un costado para organizar sus ideas y hacer su relato
lo más breve posible, una vez hecho esto se explicó.
-Ahora formamos parte del ejército de Ienochi. De aquí a una semana se
enfrentará abiertamente contra los Muyis, es por ello que está reclutando a
cuanto guerrero encuentre.
-¿Qué van a hacer? –preguntó Tainina.
-Aguarda tres días, si no conseguimos escapar vete con la niña.
-¿Aguardar? ¿Por qué? Es decir tú saliste, ¿dónde están los demás?
-Solo yo logré salir, y ya es tiempo de que regrese. Recuerda tres días a
partir de mañana y sino vete.
Dicho esto el general volvió al
edificio sin volver la vista ni una sola vez, no obstante Tainina no desvió la
mirada de aquel hombre ni un instante.
Giró sobre sus talones para regresar a la posada, pero al hacerlo se
encontró de frente con un hombre que le dio un fuerte golpe en el rostro
dejándola inconsciente.
* *
*
Despertó recostada en un catre dentro de una habitación apenas iluminada
por una vela. En el extremo opuesto donde ella se encontraba se hallaba una
mujer sentada mirándola fijo.
-Al fin despertaste –exclamó.
Tainina se sentó aun aturdida y con fuerte dolor en la cabeza.
-¿Dónde estoy? –se tomó la cabeza
-En una casa, donde solemos reunirnos.
-¿Reunirse?, ¿quiénes?
-Los Muyis, yos soy su líder Mayumi.
-Entonces tú eres… -recordó lo que su amigo le había explicado.
-Lo que falta saber es quien eres tú. O mejor dicho que me confirmes lo que
imagino.
-No sé qué es lo que piensas –continuaba aturdida.
-Eres una guerrera de Ienochi.
-Te equivocas, no conozco a ese sujeto.
-¡No mientas!
-No lo hago. Solo estábamos de paso con mis amigos, y ahora ellos están
prisioneros de Ienochi e involucrados sin quererlo en toda esta locura.
La mujer la contempló en silencio. Tainina aprovechó para ver la con más
detalle ya que se había puesto de pie cerca de la luz de la vela. Era una mujer
joven y bella, de unos treinta y cinco años. Tenía una figura esbelta y bien
formada. El cabello castaño caía enrulado sobre sus hombros y sus ojos de un
profundo azul.
-Lo único que me interesa es rescatar a mis amigos –exclamó la joven.
-De acuerdo, si lo que dices es cierto que tus amigos estén dentro de la
fortaleza de mi enemigo es una ventaja.
Tainina frunció el ceño confundida, iba volver a hablar pero alguien abrió
la puerta de la habitación e ingresó a la habitación, se trataba de un pequeño
niño de unos cinco años.
-Mami, mami –gritó.
La mujer lo alzó y su semblante y su tono cambió por uno maternal.
-¿Qué haces aquí? –le preguntó de forma tierna.
-Te extrañaba.
-También yo –lo abrazó.
Tainina sintió el gran amor que madre e hijo se tenían y no pudo evitar sonreír,
y darse cuenta de que Mayumi no era tan terrible como intentaba aparentar.
Luego de unos pocos segundos más de cariños el niño se marchó de la habitación,
la dulzura y la ternura que había aparecido en el rostro de la mujer desaparecieron.
-Quieres empezar una guerra y tienes
un hijo –la criticó Tainina.
-Es por él que lo hago.
-Y si ¿mueres?
-No moriré. No me lo puedo permitir.
La joven viajera observó en silencio a su interlocutora y eso fue
suficiente para que ésta entendiera que no compartía la idea.
-Descansa aquí esta noche. Mañana hablaremos.
-Gracias, pero tengo que volver hay una niña que me espera –se levantó de
la cama.
-No puedes marcharte.
-¿Acaso soy tu prisionera? –se le plantó de frente.
La mujer calló por unos segundos y luego habló.
-Mañana a primera hora nos veremos aquí, confiaré en ti. Pero si no
apareces yo misma te arrancaré la cabeza.
-Entonces parece que seguiré teniendo mi cabeza en su lugar. Si viniendo ayudo
a mis amigos, aquí estaré.
Tainina tomó su espada que se hallaba en un costado de la habitación y
salió del lugar, la líder de los Muyis quedó en silencio y soledad.
Afuera la noche se presenta fresca, Tainina se apresuró a regresar a la
posada eligiendo como camino los callejones más oscuros de manera de no ser
vista.