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Los Cinco Reinos
Aquí iré subiendo una historia de fantasía ambientada en un continente dividido en cinco reinos, llenos de espadas y magia.
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jueves, 18 de agosto de 2016
domingo, 15 de marzo de 2015
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viernes, 24 de octubre de 2014
Capítulo 15
Tainina había rondado alrededor del edificio todo el día y no había
encontrado la forma de entrar sin ser vista. Ya había oscurecido y desde la
distancia sentado en cuclillas, seguía observando el lugar. Estaba a punto de
darse por vencida cuando vio una fornida sombra salir del edificio y vagar por
las calles más oscuras.
-¡¡¡Barrok, Barrok!!! –llamó la
joven.
El guerrero miró hacia un lado y a otro hasta que divisó a la muchacha que
lo llamaba desde un callejón.
-¿Qué haces aquí, niña?
-¿Qué, qué hago? Vine a rescatarlos.
-Gran trabajo.
-No necesito tu sarcasmo ¿qué sucedió allá adentro?
El general miró hacia un costado para organizar sus ideas y hacer su relato
lo más breve posible, una vez hecho esto se explicó.
-Ahora formamos parte del ejército de Ienochi. De aquí a una semana se
enfrentará abiertamente contra los Muyis, es por ello que está reclutando a
cuanto guerrero encuentre.
-¿Qué van a hacer? –preguntó Tainina.
-Aguarda tres días, si no conseguimos escapar vete con la niña.
-¿Aguardar? ¿Por qué? Es decir tú saliste, ¿dónde están los demás?
-Solo yo logré salir, y ya es tiempo de que regrese. Recuerda tres días a
partir de mañana y sino vete.
Dicho esto el general volvió al
edificio sin volver la vista ni una sola vez, no obstante Tainina no desvió la
mirada de aquel hombre ni un instante.
Giró sobre sus talones para regresar a la posada, pero al hacerlo se
encontró de frente con un hombre que le dio un fuerte golpe en el rostro
dejándola inconsciente.
* *
*
Despertó recostada en un catre dentro de una habitación apenas iluminada
por una vela. En el extremo opuesto donde ella se encontraba se hallaba una
mujer sentada mirándola fijo.
-Al fin despertaste –exclamó.
Tainina se sentó aun aturdida y con fuerte dolor en la cabeza.
-¿Dónde estoy? –se tomó la cabeza
-En una casa, donde solemos reunirnos.
-¿Reunirse?, ¿quiénes?
-Los Muyis, yos soy su líder Mayumi.
-Entonces tú eres… -recordó lo que su amigo le había explicado.
-Lo que falta saber es quien eres tú. O mejor dicho que me confirmes lo que
imagino.
-No sé qué es lo que piensas –continuaba aturdida.
-Eres una guerrera de Ienochi.
-Te equivocas, no conozco a ese sujeto.
-¡No mientas!
-No lo hago. Solo estábamos de paso con mis amigos, y ahora ellos están
prisioneros de Ienochi e involucrados sin quererlo en toda esta locura.
La mujer la contempló en silencio. Tainina aprovechó para ver la con más
detalle ya que se había puesto de pie cerca de la luz de la vela. Era una mujer
joven y bella, de unos treinta y cinco años. Tenía una figura esbelta y bien
formada. El cabello castaño caía enrulado sobre sus hombros y sus ojos de un
profundo azul.
-Lo único que me interesa es rescatar a mis amigos –exclamó la joven.
-De acuerdo, si lo que dices es cierto que tus amigos estén dentro de la
fortaleza de mi enemigo es una ventaja.
Tainina frunció el ceño confundida, iba volver a hablar pero alguien abrió
la puerta de la habitación e ingresó a la habitación, se trataba de un pequeño
niño de unos cinco años.
-Mami, mami –gritó.
La mujer lo alzó y su semblante y su tono cambió por uno maternal.
-¿Qué haces aquí? –le preguntó de forma tierna.
-Te extrañaba.
-También yo –lo abrazó.
Tainina sintió el gran amor que madre e hijo se tenían y no pudo evitar sonreír,
y darse cuenta de que Mayumi no era tan terrible como intentaba aparentar.
Luego de unos pocos segundos más de cariños el niño se marchó de la habitación,
la dulzura y la ternura que había aparecido en el rostro de la mujer desaparecieron.
-Quieres empezar una guerra y tienes
un hijo –la criticó Tainina.
-Es por él que lo hago.
-Y si ¿mueres?
-No moriré. No me lo puedo permitir.
La joven viajera observó en silencio a su interlocutora y eso fue
suficiente para que ésta entendiera que no compartía la idea.
-Descansa aquí esta noche. Mañana hablaremos.
-Gracias, pero tengo que volver hay una niña que me espera –se levantó de
la cama.
-No puedes marcharte.
-¿Acaso soy tu prisionera? –se le plantó de frente.
La mujer calló por unos segundos y luego habló.
-Mañana a primera hora nos veremos aquí, confiaré en ti. Pero si no
apareces yo misma te arrancaré la cabeza.
-Entonces parece que seguiré teniendo mi cabeza en su lugar. Si viniendo ayudo
a mis amigos, aquí estaré.
Tainina tomó su espada que se hallaba en un costado de la habitación y
salió del lugar, la líder de los Muyis quedó en silencio y soledad.
Afuera la noche se presenta fresca, Tainina se apresuró a regresar a la
posada eligiendo como camino los callejones más oscuros de manera de no ser
vista.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
Capítulo 14
Los tres fueron llevados hacía una enorme sala donde se encontraron con más
de cien hombres con la típica insignia azul.
-Decidí darles una oportunidad para que vivan –explicó Ienochi -.Reconozco
a los guerreros cuando los veo y ustedes lo son. Los tres pelearan
individualmente con tres de mis mejores hombres, si los vencen, no solo vivirán
sino que además tendrán en el honor de ser parte de mi ejército.
-Y ¿si nos negamos? –inquirió Barrok.
-Serán ejecutados inmediatamente ¿Pelearan?
-No tenemos muchas opciones.
-Excelente que le primero de un paso hacia adelante.
Barrok fue el primero en pasar, se colocó en el medio de la habitación y
allí aguardó a su rival.
“No me importa si estos son los sujetos que están detrás del mago, su poder
es increíble y los quiero en mi ejército” se dijo a si mismo Ienochi.
Un hombre un poco más joven salió de entre medio de la muchedumbre. Miró a
su enemigo y comenzó a caminarle alrededor con el fin de intimidarlo. Lo
insultaba y amagaba a atacarlo con el mismo fin.
-¿Por qué no vienes de una vez? –exclamó el general sonriendo con
arrogancia.
El rival molesto, atacó. Pero Barrok detuvo cuanto embestida recibió.
Cuando tuvo la oportunidad tomó a su enemigo de la muñeca y con fuerza casi
sobrehumana lo revoleó varios metros arrojándolo contra los demás Ienous.
El agredido se levantó con dificultad aún no se daba por vencido. Los
contrincantes volvieron a atacarse, se cruzaron un sinfín de golpes, que poco a
poco fue debilitando al guerrero de la banda azul, mientras Barrok seguía
inmutable. Finalmente el general encontró la oportunidad de terminar con la
batalla y la aprovechó, con todas las fuerzas que tenía le asestó un codazo en
el rostro, dejando a su enemigo inconsciente en el suelo y con un par de
dientes menos.
El segundo fue Nomed a diferencia de Barrok éste contaba con una gran
agilidad y fue la llave para vencer a su rival sin ninguna dificultad.
Fue entonces cuando llegó el turno de Celden.
-¡Vamos bola de grasa! ¡Avanza! –insultó su rival.
-Déjame pelear por él pidió –Barrok a Ienochi.
-De ninguna manera, fui bien claro cada uno tendrá que vencer a uno de mis
guerreros.
Al oír la negativa el guerrero se volteó hacia el obeso compañero.
-Escucha, tienes que derrotar a ese sujeto, ¿entiendes? –explicó Barrok.
-De… acuerdo.
A paso lento avanzó hasta el improvisado cuadrilátero. El Ienou atacó
primero, lanzando un gran número de golpes, pero Celden apenas reaccionó. Una
nueva seguidilla tuvo un resultado similar. El guerrero de la banda azul
cansado de los golpes sin efecto, se posicionó y lanzó con todas sus fuerzas un
golpe directo al abdomen, pero el puño se incrustó en el lugar y poco a poco se
fue hundiendo. En ese momento Celden tomó a su enemigo de la cintura lo dio
vuelta y le aplastó la cabeza contra el suelo.
-¡Waw! –se sorprendió Nomed es un buen guerrero.
Todos los guerreros también lanzaron una exclamación de sorpresa, pero en
seguida siguió por una de asco, al ver que Celden se había arrojado sobre su
enemigo para devorarlo.
-Parece que ya sabemos el motivo por el cual nuestro amigo estaba en
prisión se come a sus víctimas –exclamó Barrok sin inmutarse ni quitar la vista
de la horripilante escena.
-Vengan conmigo –ordenó Ienochi dándole una última mirada a los restos de
su soldado.
Costó mucho apartar a Celden de su manjar pero finalmente los tres
caminaron detrás del hombre del parche.
* *
*
Tainina aguardaba fuera del edificio, ya había visto todo a su alrededor y
tenía solamente dos puertas para entrar y salir y ambas estaba custodiada por
tres guerreros de la banda azul e imaginaba que dentro debía haber muchos más.
Buscar la confrontación no era una alternativa.
-Maldita sea –insulto voz baja e intentando que un plan se pergeñara en su
mente.
* *
*
Barrok junto a sus compañeros ingresaron en una enorme habitación. Ienochi
tomó asiento en un trono hacho de roca y desde allí observó a sus nuevos
hombres.
-Ahora –comenzó por decir –es momento de que sepan de que se trata todo
esto –finalizó con una macabra sonrisa.
domingo, 29 de junio de 2014
Capítulo 13
-¡Tainina mira! –desde la ventana de la habitación de la posada Daka podía
ver como un grupo de hombres se llevaba prisionero a Barrok, Nomed y Celden.
-¡Hombres, no se los puede dejar solos! –exclamó con ironía la joven al ver
lo mismo que la niña.
-¿Qué vamos a hacer?
-Tú quedarte aquí.
Tainina tomó su espada, una capa y salió de la habitación, apresuradamente
bajó las escaleras. Se colocó la capucha para pasar desapercibida. Una vez en
la calle, a la distancia, siguió al grupo de personas que se llevaba a sus
amigos. Luego de minutos de caminata vio como todos ingresaban a un edificio
enorme alejado del poblado.
* * *
-Bueno, bueno, bueno ¿Qué tenemos aquí? –amenazó Ienochi caminando frente a
sus prisioneros -¿Guerreros? ¿Mercenarios? ¿Simples visitantes? –preguntó
retóricamente -. Pero como sea atacaron a mis hombres y eso se paga.
-Tus hombres son unos abusadores –respondió Barrok inexpresivo como
siempre.
Uno de los hombres se adelantó y lo golpeó en el estómago, pero el general
apenas se movió.
-Esperó que tengas algo mejor –se burló Barrok.
-Te explicaré lo que sucede –Ienochi tomó la palabra -.Aquí nosotros somos
la ley.
El general no respondió pero se mantuvo inmutable sin quitar la vista de su
interlocutor.
-¿Señor quiere que los matemos? será divertido –intervino un Ienou.
-No, tengo una mejor idea.
El líder hizo una leve seña a unos de sus hombres, que se encontraba a las
espaldas de los prisioneros, y éste los golpeó a los tres en la nuca dejándolos
inconscientes.
* *
*
Cuando despertaron se encontraron atados de pies y manos, los tres estaban
doloridos en distintas partes del cuerpo y sobre todo en el cuello.
-¿Están bien? –preguntó el general.
-Sí, bien. Es una forma de decir –respondió Nomed.
-Me duelen… las manos –se quejó Celden.
-No te preocupes, no estaremos mucho tiempo aquí –dijo Barrok -.No es la
primera vez que estoy así en esta maldita isla.
-Sí, pero la última vez te liberamos los mismos que estamos aquí –explicó
el joven de los ojos cerrados.
-Sí, eso es un problema.
Pasó una larga hora hasta que uno de los prisioneros volvió a hablar.
-Quizás… –comenzó a decir Nomed pero luego se interrumpió.
-¿Qué? -preguntó Barrok.
-Nada, pensé en algo para liberarnos pero es una locura lo más seguro es
que todos terminemos muertos, que ustedes mueran –aclaró.
-¿De qué hablas?
-Es difícil de explicar.
-No iré a ningún lugar.
Nomed dudó en explicarse.
-Sé que escondes algo, dime que es –exigió el general.
El joven tardó unos cuantos segundos en volver a hablar pero cuando comenzó
no se detuvo.
-¿Conoces “La grieta de Haljalen”?
Barrok sabía muy bien de que hablaba, se trataba precisamente de una grieta
de más de tres kilómetros de distancia ubicada en la parte noreste del
continente donde no llega la jurisdicción de ninguno de los reinos. Desde allí
salen todo tipo de criaturas oscuras: Orcos, Ogros, trasgos, goblins y demás
seres. Se dice que son creadas en el mismo inframundo y por el dios de la
muerte Haljalen. Algunos aseguran que lo hace para desafiar a los hombres,
otros dicen que busca la conquista de los reinos, pero la mayoría asegura que
solo lo hace por enferma diversión. Hace tiempo los reinos intentaron terminar
con este mal, pero ninguno de los soldados enviados regresó con vida, por ello
no se volvió a intentar otro ataque y cada reino se preocupó de mantener a su
propia gente segura.
-De ese sitio salió un terrible demonio, uno que ninguno de los reinos
había visto alguna vez –continuó el Nomed -.Todos cuanto lo enfrentaron murieron.
Es por ello que me pidieron a mí. Luego de medir mis fuerzas con él me di cuenta
de que también moriría. Solo me quedaba una posibilidad.
-¿Cuál? –inquirió el general.
-Encerrarlo, encerrarlo en mi cuerpo. Nos soy un mago, pero tengo cierta
afinidad con la magia y los elementos, es por ello que conocía un encantamiento
que me serviría para detener la amenaza. Y funcionó, aunque no de la mera que
esperaba.
-¿De qué hablas?
-Al poco tiempo descubrí que el demonio Otigashi estaba dentro de mi como
esperaba, pero cuando perdía el control él se apodera de mi cuerpo, me trasformó
en él. Y cuando eso sucede me vuelvo el peor demonio de Anilorar. Varias veces
pensé en quitarme la vida para acabar con el mal. Pero nada me aseguraba que
muerto el ser no se apoderara de mí. Es por ello que busqué otros medios.
Descubrí la meditación en un templo de monjes. Entendí que mientras tenga mis
ojos cerrados mi calma es mayor, eso no quiere decir que si los abro Otigashi
se apoderara de mí, pero si me ayuda a mantener un mayor autocontrol.
-¿Cómo haces para ver con los ojos cerrados?
-Aparentemente al unir mi cuerpo con el demonio mis poderes mágicos
aumentaron, gracias a esto no necesito los ojos para ver.
-Es por eso que podías sentir la magia en el ambiente.
-Sí, así es.
-Y ¿cuándo te arrestaron?
-Bueno eso no es tan simple. En realidad yo mismo me entregué a Melgir. A pesar
de que logré controlar a la bestia varias veces perdí el control. No quería
lastimar a nadie más. Por ello me entregué.
-Pero en esas condiciones podrías haber perdido el control.
-Sí, era mi mayor miedo pero afortunadamente no sucedió. Logré controlarme
durante cincuenta años.
-¡¡¡¿Cincuenta años en Melgir? Un momento ¿cuántos años tienes?!!!
-No estoy seguro pero creo que unos trescientos cuarenta.
-¿Cómo es posible?
-Bueno supongo que es por tener dentro un demonio milenario que me dio una perspectiva
de vida mayor a cualquier otro humano.
-¡Increíble!
-Esto me lleva a revelarte algo más Barrok. El misterioso viaje en barco
fue para deshacerme de mí, eso es lo que había planeado el alcaide. Ustedes
solo serían conejillas de indias. Creo que él sabía que seriamos atacados,
pensó que perdería el control y que yo mataría a todos y posiblemente moriría
junto al mago. Jamás se atrevió a ejecutarme por miedo a que el demonio tomara
posesión, aunque tampoco deseaba que siguiera en la prisión porque podía
suceder lo mismo. Bueno al menos eso es lo que pienso.
-Entiendo –el general no mostró emoción alguna pero por dentro ardía de
furia. El alcaide lo había planeado bien, había sido muy meticuloso y todos
habían caído en el engaño.
-Mi idea había sido liberar al monstruo, pero eso de seguro les costaría la
vida a ustedes.
-De todas maneras parece que vamos a morir. Quizás no sea tan mala idea.
-Pero Barrok…
-Al menos así tenemos una posibilidad de sobrevivir aunque sea mínima –lo
interrumpió.
El joven permaneció en silencio, pero finalmente se había decidido, lo que
decía su amigo era cierto, por ello muy a su pesar estaba dispuesto a liberar a
Otigashi. Pero fue en ese mismo instante que Ienochi ingreso.
-Bueno –exclamó presionando sus nudillos -.Es hora de hacer espacio en la
prisión.
martes, 10 de junio de 2014
Capítulo 12
Los viajantes arribaron al poblado. Barrok sostenía en una de sus manos la
bolsa de monedas que el clérigo Somar les regalara, calculó su peso y supo sin
mirarla que casi no quedaba dinero y lo peor es que aún no tenía ideas de
cuanto más debían andar hasta dar con el mago.
-Podríamos aprovechar que estamos aquí y dormir en una buena cama para
variar –exclamó Tainina mirando hacia un lado y a otro las construcciones del
pueblo.
-No hay dinero –respondió el general.
-En la bolsa suenan monedas.
-Las necesitamos para comprar víveres.
-Y Daka necesita descansar bien.
-Nadie le pidió que venga.
-Barrok eres un…
-Barrok, Tainina, quizás podamos llegar a un acuerdo –Nomed se puso en
medio de los contrincantes -.Las monedas que tenemos alcanza para descansar hoy
en una posada y ya que estamos en el pueblo quizás podamos conseguir hacer
algún trabajo para recuperar el dinero.
El general soltó una especie de gruñido como siempre hacía cuando se
fastidiaba y le arrojó las monedas a la joven, que las tomó con cierto aire de
superado. Agarró la niña de la mano con delicadeza y fueron en búsqueda de un
lugar para descansar. Tiberius sin dar explicaciones también se marchó pero en
sentido contrario al de las mujeres.
-Eres demasiado blando –recriminó Barrok a su joven compañero.
-Confundes debilidad con diplomacia –sonrió transmitiendo como siempre una
gran paz.
-Lo que tú digas.
Los dos guerreros seguidos por Celden arribaron hasta la plaza central
donde vieron un gran amontonamiento de gente. Los tres se acercaron para ver de
qué se trataba. Mientras Nomed se arrimaba pidiendo permiso con respeto, Barrok
se abría paso a manotazos y quitando del medio a cuanto estorbó encontraba. Vieron
un hombre parado en medio con el torso desnudo mostrando un cuerpo fibroso. A
pocos metros de distancia había un objeto de más de un metro de altura tapado
con una sábana, cuando la descubrieron se vio de que se trataba de una jaula y
dentro había un trasgo.
Abrieron la compuerta y el pequeño ser se arrojó contra el hombre. A mano
desnuda comenzaron una batalla. Hasta que al fin el hombre tomó a la criatura y
le quebró el cuello.
El vencedor alzó a su víctima y lo mostró en señal de triunfo. Todos los
presentes dieron alaridos de entusiasmo y exigieron por más.
Un nuevo desafiante se hizo presente en el improvisado cuadrilátero, al
igual que el anterior enfrentó un trasgo y al igual que el anterior logró la
victoria sobre su rival.
Un tercer hombre enfrentó a otra criatura similar pero en este caso, el
resultado no fue igual a las anteriores. En esta ocasión fue el trasgo quien
obtuvo la victoria y luego comenzó a devorarse a su víctima. Un hombre del
publicó se acercó al ser, lo tomó del cuello y solo con sus manos le arrancó la
cabeza.
El mismo sujeto, que llevaba un parche en el ojo derecho, llamó a los dos
hombres victoriosos y los tres se marcharon juntos, mientras que el resto de la
muchedumbre se dispersó poco a poco dejando allí los cadáveres.
-Qué manera tan cruel de tratar a estos seres –exclamó Nomed.
-¿Sientes pena por los trasgos? –preguntó su compañero sorprendido.
-Cuando son usados para diversión barata como esta, sí.
-Vamos se terminó la diversión –finalizó Barrok luego de unos segundos en
silencio.
Por donde caminaban veían la misma imagen repetirse, hombres que llevaban
atado a su brazo derecho distinto tipo de telas pero siempre de color azul. Los
que no portaban este distintivo se hacían a un lado para no entorpecerles el
paso. Todo ello llamaba la atención de los visitantes, esto y el hecho de que
hasta el momento no se habían cruzado ni siquiera con un solo soldado.
-Tal parece que estos hombres son la autoridad del pueblo –exclamó por la
bajo Nomed.
-Eso parece –gruñó Barrok mientras miraba como uno de esos hombres tomaba
unas cuantas frutas de un mercader y se retiraba sin pagarle.
El guerrero sintió como la sangre le hervía de ira y sin darse cuenta llevó
su mano hasta la espada, pero otra mano se depositó sobre la suya.
-En este caso creo que será mejor ignorar ciertos… asuntos desagradables
–sugirió Nomed -.Estamos en desventaja numérica.
-No sería la primera vez. Pero voy a seguir tu consejo.
-Gracias a los dioses -se sintió aliviado de que por al menos una vez su
amigo le hiciera caso -.Creo que nuestro plan de buscar algún trabajo vamos a
tener que descartarla, lo mejor es irnos mañana por la mañana.
-Si lo que buscan es trabajo yo los puedo ayudar.
Los guerreros giraron y vieron al hombre que les había hablado. Era un
comerciante que llevaba el cabello negro largo y ondulado, la barba desprolija
y al sonreír mostró todos sus dientes amarillos.
Inmediatamente todos sintieron un gran desagrado hacia aquel sujeto. Sin
embargo se acercaron para escuchar lo que tenía pare decirles.
-Habla –exigió Barrok.
-Las cosas no son tan simples hombretón –su voz era carrasposa -.En este
lugar todo tiene su precio –jugueteó con unas monedas en sus manos para que
entendieran el mensaje.
-No tenemos tiempo para esto –tomó al hombre del cuello de la camisa.
-Esto no te va ayudar –dijo el hombre sonriendo sin intimidarse.
-Barrok estás llamando la atención –exclamó Nomed intentando tranquilizar a
su compañero.
El general gruñó como un animal, sacó la última moneda que le quedaba y se
la entregó al comerciante.
-Es todo lo que me queda, ¡habla!
-En este lugar es fácil conseguir trabajo de mercenario solo tienes que
elegir de que bando estas.
-¿A qué te refieres?
-Esta ciudad está gobernado por delincuentes por eso ningún soldado viene
aquí. Pero hay dos facciones que pugnan por tener el control de todo, los Muyis
liderados por la señorita Mayumi y los Ienou liderados por Ienochi.
-¿Quiénes son esos sujetos?
-A quienes deben impresionar si desean entrar a alguno de los grupos. Los
Mayumi se distinguen por prendas de color rojo y los Ienou por prendas azules.
-Hace un momento vimos unos sujetos peleando en la plaza central –intervino
Nomed.
-Esos eran los Ienou y el sujeto con el parche era Ienochi.
-Y los habitantes ¿también están divididos?
-Por supuesto que no, pero no tiene muchas opciones, si no eres adepto a
ningún grupo mejor no te le cruces en el camino.
-Gracias por nada –se molestó Barrok -.No es trabajo de mercenario lo que
buscamos. Nos vamos.
Los tres emprendieron el camino pero la voz del comerciante los detuvo.
-Te aseguro que no verán con buenos ojos que guerreros no tomen partida por
uno u otro bando.
Los compañeros siguieron adelante a pesar de la advertencia. Al pasar por delante
de otra tienda Barrok vio como otro hombre de Ienochi tomaba mercadería sin
pagarla y ya no resistió. Se le interpuso en el camino y lo miró con mala cara.
-Págale –le exigió.
-¿Quién te crees que eres? ¿Sobes quién soy yo?
-No, no lo sé, pero tampoco me importa. Págale, no lo volveré a repetir.
-Y si no lo hago ¿qué? –lo enfrentó.
-No querrás saber.
El hombre de la banda azul perdió la paciencia y le arrojó un golpe de
puño, pero Barrok detuvo el ataque con una sola mano y le retorció el brazo luego
le dio un empujo y lo alejó. En un segundo ataque el general tampoco tuvo
problemas para defenderse y en este caso lo dejó fuera de combate con un golpe
en la nuca. El hombretón se agachó y sacó del bolsillo del otro el pago para el
comerciante.
-¡No, no! –exclamó el vendedor y retrocedió.
Barrok miró hacia un costado y gruñó al ver al menos a unos diez hombres de
liderados Ienochi.
-Esa no fue una buena idea –dijo el hombre del parche.
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