Capítulo 12
Los viajantes arribaron al poblado. Barrok sostenía en una de sus manos la
bolsa de monedas que el clérigo Somar les regalara, calculó su peso y supo sin
mirarla que casi no quedaba dinero y lo peor es que aún no tenía ideas de
cuanto más debían andar hasta dar con el mago.
-Podríamos aprovechar que estamos aquí y dormir en una buena cama para
variar –exclamó Tainina mirando hacia un lado y a otro las construcciones del
pueblo.
-No hay dinero –respondió el general.
-En la bolsa suenan monedas.
-Las necesitamos para comprar víveres.
-Y Daka necesita descansar bien.
-Nadie le pidió que venga.
-Barrok eres un…
-Barrok, Tainina, quizás podamos llegar a un acuerdo –Nomed se puso en
medio de los contrincantes -.Las monedas que tenemos alcanza para descansar hoy
en una posada y ya que estamos en el pueblo quizás podamos conseguir hacer
algún trabajo para recuperar el dinero.
El general soltó una especie de gruñido como siempre hacía cuando se
fastidiaba y le arrojó las monedas a la joven, que las tomó con cierto aire de
superado. Agarró la niña de la mano con delicadeza y fueron en búsqueda de un
lugar para descansar. Tiberius sin dar explicaciones también se marchó pero en
sentido contrario al de las mujeres.
-Eres demasiado blando –recriminó Barrok a su joven compañero.
-Confundes debilidad con diplomacia –sonrió transmitiendo como siempre una
gran paz.
-Lo que tú digas.
Los dos guerreros seguidos por Celden arribaron hasta la plaza central
donde vieron un gran amontonamiento de gente. Los tres se acercaron para ver de
qué se trataba. Mientras Nomed se arrimaba pidiendo permiso con respeto, Barrok
se abría paso a manotazos y quitando del medio a cuanto estorbó encontraba. Vieron
un hombre parado en medio con el torso desnudo mostrando un cuerpo fibroso. A
pocos metros de distancia había un objeto de más de un metro de altura tapado
con una sábana, cuando la descubrieron se vio de que se trataba de una jaula y
dentro había un trasgo.
Abrieron la compuerta y el pequeño ser se arrojó contra el hombre. A mano
desnuda comenzaron una batalla. Hasta que al fin el hombre tomó a la criatura y
le quebró el cuello.
El vencedor alzó a su víctima y lo mostró en señal de triunfo. Todos los
presentes dieron alaridos de entusiasmo y exigieron por más.
Un nuevo desafiante se hizo presente en el improvisado cuadrilátero, al
igual que el anterior enfrentó un trasgo y al igual que el anterior logró la
victoria sobre su rival.
Un tercer hombre enfrentó a otra criatura similar pero en este caso, el
resultado no fue igual a las anteriores. En esta ocasión fue el trasgo quien
obtuvo la victoria y luego comenzó a devorarse a su víctima. Un hombre del
publicó se acercó al ser, lo tomó del cuello y solo con sus manos le arrancó la
cabeza.
El mismo sujeto, que llevaba un parche en el ojo derecho, llamó a los dos
hombres victoriosos y los tres se marcharon juntos, mientras que el resto de la
muchedumbre se dispersó poco a poco dejando allí los cadáveres.
-Qué manera tan cruel de tratar a estos seres –exclamó Nomed.
-¿Sientes pena por los trasgos? –preguntó su compañero sorprendido.
-Cuando son usados para diversión barata como esta, sí.
-Vamos se terminó la diversión –finalizó Barrok luego de unos segundos en
silencio.
Por donde caminaban veían la misma imagen repetirse, hombres que llevaban
atado a su brazo derecho distinto tipo de telas pero siempre de color azul. Los
que no portaban este distintivo se hacían a un lado para no entorpecerles el
paso. Todo ello llamaba la atención de los visitantes, esto y el hecho de que
hasta el momento no se habían cruzado ni siquiera con un solo soldado.
-Tal parece que estos hombres son la autoridad del pueblo –exclamó por la
bajo Nomed.
-Eso parece –gruñó Barrok mientras miraba como uno de esos hombres tomaba
unas cuantas frutas de un mercader y se retiraba sin pagarle.
El guerrero sintió como la sangre le hervía de ira y sin darse cuenta llevó
su mano hasta la espada, pero otra mano se depositó sobre la suya.
-En este caso creo que será mejor ignorar ciertos… asuntos desagradables
–sugirió Nomed -.Estamos en desventaja numérica.
-No sería la primera vez. Pero voy a seguir tu consejo.
-Gracias a los dioses -se sintió aliviado de que por al menos una vez su
amigo le hiciera caso -.Creo que nuestro plan de buscar algún trabajo vamos a
tener que descartarla, lo mejor es irnos mañana por la mañana.
-Si lo que buscan es trabajo yo los puedo ayudar.
Los guerreros giraron y vieron al hombre que les había hablado. Era un
comerciante que llevaba el cabello negro largo y ondulado, la barba desprolija
y al sonreír mostró todos sus dientes amarillos.
Inmediatamente todos sintieron un gran desagrado hacia aquel sujeto. Sin
embargo se acercaron para escuchar lo que tenía pare decirles.
-Habla –exigió Barrok.
-Las cosas no son tan simples hombretón –su voz era carrasposa -.En este
lugar todo tiene su precio –jugueteó con unas monedas en sus manos para que
entendieran el mensaje.
-No tenemos tiempo para esto –tomó al hombre del cuello de la camisa.
-Esto no te va ayudar –dijo el hombre sonriendo sin intimidarse.
-Barrok estás llamando la atención –exclamó Nomed intentando tranquilizar a
su compañero.
El general gruñó como un animal, sacó la última moneda que le quedaba y se
la entregó al comerciante.
-Es todo lo que me queda, ¡habla!
-En este lugar es fácil conseguir trabajo de mercenario solo tienes que
elegir de que bando estas.
-¿A qué te refieres?
-Esta ciudad está gobernado por delincuentes por eso ningún soldado viene
aquí. Pero hay dos facciones que pugnan por tener el control de todo, los Muyis
liderados por la señorita Mayumi y los Ienou liderados por Ienochi.
-¿Quiénes son esos sujetos?
-A quienes deben impresionar si desean entrar a alguno de los grupos. Los
Mayumi se distinguen por prendas de color rojo y los Ienou por prendas azules.
-Hace un momento vimos unos sujetos peleando en la plaza central –intervino
Nomed.
-Esos eran los Ienou y el sujeto con el parche era Ienochi.
-Y los habitantes ¿también están divididos?
-Por supuesto que no, pero no tiene muchas opciones, si no eres adepto a
ningún grupo mejor no te le cruces en el camino.
-Gracias por nada –se molestó Barrok -.No es trabajo de mercenario lo que
buscamos. Nos vamos.
Los tres emprendieron el camino pero la voz del comerciante los detuvo.
-Te aseguro que no verán con buenos ojos que guerreros no tomen partida por
uno u otro bando.
Los compañeros siguieron adelante a pesar de la advertencia. Al pasar por delante
de otra tienda Barrok vio como otro hombre de Ienochi tomaba mercadería sin
pagarla y ya no resistió. Se le interpuso en el camino y lo miró con mala cara.
-Págale –le exigió.
-¿Quién te crees que eres? ¿Sobes quién soy yo?
-No, no lo sé, pero tampoco me importa. Págale, no lo volveré a repetir.
-Y si no lo hago ¿qué? –lo enfrentó.
-No querrás saber.
El hombre de la banda azul perdió la paciencia y le arrojó un golpe de
puño, pero Barrok detuvo el ataque con una sola mano y le retorció el brazo luego
le dio un empujo y lo alejó. En un segundo ataque el general tampoco tuvo
problemas para defenderse y en este caso lo dejó fuera de combate con un golpe
en la nuca. El hombretón se agachó y sacó del bolsillo del otro el pago para el
comerciante.
-¡No, no! –exclamó el vendedor y retrocedió.
Barrok miró hacia un costado y gruñó al ver al menos a unos diez hombres de
liderados Ienochi.
-Esa no fue una buena idea –dijo el hombre del parche.
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